La alimentación de las plantas es uno de los pasos fundamentales en todo cultivo de marihuana. Aportar al cannabis todos los nutrientes que necesita (en la cantidad y el momento adecuados) es vital para que pueda resistir a enfermedades y plagas, haciendo que la cosecha llegue a buen puerto. Por ello, es fundamental que los más inexpertos se familiaricen con el asunto y pierdan el miedo a equivocarse.

 

¿Cómo se nutre exactamente una planta?

Los vegetales toman hidrógeno, carbono y oxígeno del agua y de la atmósfera, pero los nutrientes han de obtenerlos a través del sustrato, en menor medida, a partir de las hojas. Como muchos vegetales, la marihuana plantada en sustrato no puede desarrollarse correctamente sin determinados elementos químicos que son aportados por el suelo.

Hablamos de la fertilidad para referirnos a la capacidad o estado del suelo con el fin de satisfacer las necesidades de la planta. Así, cuando el suelo no tiene suficiente fuerza para cumplir por sí mismo esa demanda, la solución pasa por escoger un aporte externo, más conocido como fertilización o fertilizantes. Dicho aporte no puede tomarse a la ligera: debe calcularse en función de las necesidades del cannabis y las características del propio sustrato o suelo.

¿Qué tipo de nutriente escojo?

Los fertilizantes para marihuana se pueden encontrar en diferentes formatos y tamaños, aunque lo más habitual es utilizar abonos, líquidos o sólidos. Podemos distinguir entre nutrientes completos, estimuladores orgánicos, ‘boosters’ PK o abonos orgánicos, también conocidos como fertilizantes de fondo. Los nutrientes completos son aquellos que reúnen al mismo tiempo macroelementos NPK (nitrógeno, fósforo y potasio), elementos secundarios (como el calcio o el magnesio) y todos los oligoelementos (hierro o cinc) en proporciones adecuadas. Este tipo de nutrientes puede aplicarse en dos fases diferentes del cultivo de marihuana, como en el crecimiento y en la floración, pero también existen algunos pensados para alimentar a nuestras pequeñas durante todo el cultivo.

¿Cuál es la proporción adecuada NPK?

A la hora de elegir un nutriente, es importante que siga la máxima NPK, es decir, que contenga nitrógeno (N), fósforo (P) y potasio (K). En función de las proporciones de cada elemento, ese aporte será mejor o peor para una fase determinada. Por ejemplo, si te encuentras con un fertilizante NPK seguido de 4/2/3, eso significa que contiene más nitrógeno, por lo que es especialmente útil para la etapa de crecimiento. Por el contrario, si el número que aparece es 2/3/4, quiere decir que contiene más fósforo y potasio que nitrógeno, por lo que será una buena opción durante la floración.

En este sentido, es importante entender que la serie pertenece a un ratio y no a un porcentaje exacto, por lo que la disolución de los nutrientes quizá varíe con la marca. Así, es importante que compruebes las especificaciones del producto antes de hacerte con uno de ellos.

¿Qué son los estimuladores de floración?

También puedes utilizar un nutriente específico para engordar los cogollos. Se trata de los llamados ‘boosters’ PK, un fertilizante que contiene exclusivamente fósforo (P) y potasio (K), los dos elementos más importantes para la floración. No obstante, no puede utilizarse como un nutriente perfecto, sino como un complemento durante un corto periodo de tiempo (aproximadamente de dos a tres semanas en el tramo final de la floración).

¿Por qué es tan importante el calcio?

Dentro de los nutrientes completos, también es importante averiguar la cantidad de calcio que aporta el fertilizante. El papel de este elemento es indispensable para llevar a cabo una cosecha exitosa. Interviene en la absorción de otros nutrientes, mantiene la estructura de las células y participa en la fotosíntesis, por lo que es probable que su exceso o carencia lleve consigo catastróficas consecuencias para el cultivo.

Así, si has observado pequeñas manchas marrones o amarillentas diseminadas por la superficie de las hojas, si las más jóvenes crecen curvadas o con formas extrañas, puede que te estén mandando una señal de alarma: necesitan más calcio. Por el contrario, cuando la concentración es demasiado elevada, se produce la aparición de clorosis, unas manchas de color marrón en las hojas. Por lo tanto, para mantener un equilibrio primero debes comprobar que el pH del sustrato se encuentre entre 6,2 y 7 en suelo orgánico.

Si la aportación de calcio de algunos nutrientes no es suficiente, es aconsejable añadir un suplemento de este y magnesio al agua de riego, aunque con cuidado de no hacerlo durante la floración. Otra posibilidad es utilizar un fertilizante de nitrato de calcio (con la misma advertencia) o adquirir uno que contenga únicamente calcio.

¿Son más efectivos los productos orgánicos?

Dejando a un lado los nutrientes completos y los ‘boosters’, también puedes utilizar productos orgánicos. Dentro de estos materiales hay abonos orgánicos o fertilizantes de fondo, con la intención de enriquecer la tierra, así como estimulantes orgánicos, compuestos de vitaminas, extractos de algas o aminoácidos. Estos últimos no se caracterizan por la cantidad de nutrientes que contienen, sino por su mejora del metabolismo de la planta y el impulso para asimilar los nutrientes. Por ejemplo, un estimulador de raíces ayuda a su desarrollo radicular, mientras que un estimulador de floración favorece una buena formación de cogollos. En todo caso, no podemos olvidar que se trata de complementos.

¿Cuándo comienzo la nutrición?

El uso y la dosificación de los nutrientes dependerá del estado de vida en que se encuentre la planta. Por norma general, las más pequeñas necesitarán una dosis reducida, mientras que aquellas más grandes exigirán una mayor cantidad de nutrientes. Si decides comprar un nutriente líquido o ‘boosters’ PK, debes añadirlos en el riego una de cada tres veces. Por su parte, los estimuladores orgánicos suelen contener poco o incluso ningún elemento NPK, por lo que pueden incluirse en cada riego y algunos directamente sobre las hojas, sobre todo en la fase de floración.

¿Cuál es la dosificación recomendable?

En cuanto a la dosis, se aconseja empezar siempre con una dosificación baja y aumentar progresivamente cada semana, hasta la máxima recomendada por el fabricante. Posteriormente, hay que reducir la cantidad de forma progresiva, hasta dejar de utilizar el producto por completo. Si así te resulta más sencillo, también puedes diseñar un calendario semanal para anotar las dosis que necesita la cepa en cada riego y no perderte. Sin embargo, lo más importante es prestar la adecuada atención a las plantas y controlar que, en ningún caso, sufran carencias o excesos de nutrientes que echen por tierra la cosecha.

¿Se pueden mezclar diferentes gamas de fertilizantes?

Se puede, aunque lo más aconsejable es no mezclar marcas de fertilizantes y aditivos para el cultivo de marihuana, ya que los productos de una misma gama están diseñados para actuar en conjunto. Es decir, no puedes mezclar una serie de una firma específica para la floración con una línea de una empresa diferente para estimular las raíces, ya que quizá suponga un riesgo importante a la hora de duplicar los nutrientes o de posibles incompatibilidades entre ellos. En caso de duda, siempre puedes consultar con los responsables de cada catálogo.

¿Dónde guardo los fertilizantes durante el cultivo?

Por norma general, los productos orgánicos deben conservarse preferentemente en el frigorífico una vez abiertos, para que no se estropeen y sean útiles durante unos meses. En el caso de los productos minerales, estos pueden conservarse a temperatura ambiente durante varios años, aunque procura que no reciban la luz directamente. Si observas que el olor o la textura del producto han cambiado, ¡cuidado! Es probable que sea tóxico y haya perdido su eficiencia nutritiva, así que lo mejor será que lo tires a la basura.

Finalmente… ¿Es necesario lavar las raíces?

Cuando la tierra de una maceta tiene más elementos de los necesarios, el nivel de pH (indicador del grado de acidez) y de las sales minerales se desajusta y las raíces no absorben los nutrientes de forma adecuada. Para remediarlo, es conveniente hacer un lavado de raíces con el fin de que el agua arrastre todos los componentes y se quede un sustrato limpio y saludable.

El lavado consiste en verter mucha agua sobre las plantas, de manera que el líquido se va filtrando y va limpiando poco a poco la tierra. Se recomienda triplicar la cantidad del recipiente: por ejemplo, si es una maceta en la que caben 11 litros, deberemos usar 33 litros como mínimo. Los abonos y productos químicos que absorben las raíces también pueden provocar que el cogollo tenga un sabor raro o que el humo pique mucho en la garganta. Un buen lavado de raíces evita estas consecuencias, que no son nada agradables para el fumador.

Con estos consejos, seguro que ya puedes comenzar con la nutrición de tus plantas y llegar a buen puerto. Recuerda que lo más importante es mantener el equilibrio y estar en constante sintonía con ellas. ¡Y no te olvides de agitar siempre el producto antes de usarlo!